Reseña del libro "Telarana"
Durante los años noventa, en Granada, se extendió rápidamente entre los jóvenes una forma de compartir bebida, charla y buen rollito en las noches del fin de semana, llamada Litrona por la botella de cerveza - de un litro - que siempre abundaba entre los corros de chicos y chicas sentados en los bancos, en los soportales o en el duro suelo de muchas céntricas plazas granadinas. Recuerdo algunas noches de viernes o sábado, en Plaza Nueva, cuando intentaba caminar, sin pisar a nadie, por entre multitud de cuerpos apretujados y en cuclillas, sintiendo los zapatos adheridos a las losetas del suelo por el pegajoso líquido derramado de las botellas; alguna vez me senté yo también con algunos buenos amigos en estas peculiares comparsas, no tan distintas de las muchas que tuve en otros lugres distantes hace tan sólo un breve soplo de años. Después, con el comienzo del tercer milenio, la Litrona se transformó en el Botellón, cambiándose la cerveza por otras combinaciones más fuertes de ron, ginebra, whisky, vodka y diversos refrescos, a gusto de cada cual, rebajándose en alguna medida la edad de los participantes y extendiéndose por amplias zonas de la ciudad, incluso por pequeñas placetas de vecindario, parques públicos y zonas de juegos para niños. A partir del año 2001 me tocó muy de cerca la movida del Botellón, ya que en aquella época viví en un apartamento cercano a una de las zonas más concurridas de estas improvisadas fiestas callejeras; así que desde mi ventana oía y veía casi sin proponérmelo a muchos adolescentes en sus afanes de jolgorio expresar toda clase de ideas y ocurrencias, y, a medida que la noche avanzaba, incluso entonar algunas canciones de un repertorio propio. Aunque la novela que está a punto de comenzar se abre con una trepidante secuencia de diversas escenas de Botellón en Granada, no es este el tema central de la historia narrada. Tampoco lo es la corrupción, aunque bien a las claras