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portada Principios Biblicos Financieros y Prosperidad: Departamento de Educación Teológica de la Universidad Libertad
Formato
Libro Físico
Idioma
Español
N° páginas
236
Encuadernación
Tapa Blanda
Dimensiones
27.9 x 21.6 x 1.3 cm
Peso
0.56 kg.
ISBN13
9781518838682

Principios Biblicos Financieros y Prosperidad: Departamento de Educación Teológica de la Universidad Libertad

Universidad Libertad (Autor) · Createspace Independent Publishing Platform · Tapa Blanda

Principios Biblicos Financieros y Prosperidad: Departamento de Educación Teológica de la Universidad Libertad - Libertad, Universidad

Libro Físico

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Reseña del libro "Principios Biblicos Financieros y Prosperidad: Departamento de Educación Teológica de la Universidad Libertad"

En la Biblia, las riquezas son una bendición, y un bien confiado por Dios al hombre (Dt. 19:18; 1 S. 2:17; 1 Cr. 29:12; Ec. 5:19); Abraham era riquísimo (Gn. 13:2); sin embargo, el hombre es considerado como administrador, no dueño de ellas. De esta manera el Señor, como dueño de todo (cfr. Sal. 24:1) da instrucciones a los que tienen para que den liberalmente a los necesitados (Dt. 15:7-11; cfr. vv. 1-6; 12-18). En las Escrituras se denuncia el peligro del perverso corazón humano de confiarse en las riquezas, en vez de fiarse de Dios (Jer. 9:23-24). El poseedor de riquezas puede ensoberbecerse por ello (Pr. 18:23; 28:11), hasta el punto que el Señor Jesús señala la dificultad de la salvación de los ricos (Mt. 19:23, 24; Mr. 10:25; Lc. 18:25; cfr. 18:18-23). Denuncia el inmenso peligro de caer en la esclavitud de las riquezas (Mt. 6:24; cfr. Ec. 4:8; 5:12). Refiriéndose a los creyentes ricos, el apóstol Pablo da la instrucción a Timoteo: A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, que son inciertas, sino en el Dios vivo ... Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos ... (1 Ti. 6:18-19). El Señor Jesús es puesto como ejemplo: Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico (2 Co. 8:9). No se condena en absoluto la posesión de las riquezas, pero sí el mal uso de ellas, como de cualquier otro don que el Señor haya otorgado al creyente. También se condena su mala adquisición, por avaricia (Pr. 28:22); engaño (Jer. 5:27); rapiña (Mi. 6:12); opresión (Stg. 2:6); impago de los salarios debidos (Stg. 5:1-4) junto con un dominio violento de la sociedad (vv. 5-6). En un nivel trascendental, Dios hace partícipe al creyente de Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil. 4:19). En Cristo Dios nos ha dado a conocer las riquezas de Su gracia (Ef. 1:7), de Su benignidad (Ro. 2:4), de Su gloria (9:23), de Su sabiduría y conocimiento (11:33), y de pleno entendimiento (Col. 2:2).

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El libro está escrito en Español.
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