Reseña del libro "Nieve sobre el Cairo"
TODO LO CONSIGUIÓ Y LO ENSEÑA SIN QUERER, SABIO. Siempre quiso ser horizonte, la estrella mas lejana, el camino sin final que nunca acaba, el final de un infinito. La meta donde van a parar las miradas perdidas en el vacío. Quiso visitar a un duende y seducir a un hada. Criar minotauros y ser su jinete. Beber el mismo vino que bebió Aristóteles. Oscar, tiene la impronta del que parece casi inmortal. Siempre ha sabido correr lo suficiente, para llegar a la cita, antes que la muerte. La velocidad del guepardo, la resistencia del camello, la mirada de un águila y el arma terrible de la ironía mas o menos velada, semejante a la fugaz mordedura a cámara rápida de una serpiente. Cuando lo lees, el tiempo se cuenta por leyendas. Es la búsqueda continua para encontrar en mitad de cualquier mar la Isla del Fin del Mundo. Mientras, en el camino preguntar a los delfines, de lejos en su idioma, a las ballenas. Dicen, que una vez, cantando y haciendo señas, lo llamaron las sirenas invitándolo a quedarse con ellas. Dicen también, que les dijo que no, muchas gracias, pero estaba siguiendo las viejas indicaciones de un mapa que con una equis, señalaba sin ninguna duda donde existió la Atlántida. Un amanecer o en plena noche, no recuerdo ahora mismo, se paró frente a mí y compartimos una jarra de buen vino, de esos de racimos de palabras de una buena añada. Desde entonces, con el tiempo he comprendido el secreto de su soledad nómada. Mientras los demás mortales vemos una, sus ojos ven sabios, dos madrugadas. miguel rubio poeta.