Reseña del libro "DIALOGOS ENTRE TRIBUNALES: ASUNTOS CONTEMPORANEOS DE DERECHO"
El presente libro, es un homenaje al maestro Miguel Ángel Zúñiga, quien, con Luis Carlos Pérez, son los alumnos más destacados que han pasado por la Facultad de Derecho de la Universidad del Cauca. De origen humilde, nació en el Tambo, Cauca, el 27 de marzo de 1910, fue gobernador del Departamento del Cauca, Concejal y Diputado de la Asamblea Departamental, Rector y Decano de la Universidad del claustro de Santo Domingo, miembro del Consejo Superior y fundador del Consultorio Jurídico, cofundador de las Facultades de Contaduría Pública y Electrónica de nuestra Alma Mater, fundador del Club de Leones de Popayán, miembro de la Federación de Cafeteros y de la academia de historia del Cauca, periodista. También se desempeñó como Juez Municipal, Juez Civil del Circuito, Magistrado del Tribunal Superior de Popayán y Magistrado Auxiliar de la Corte Suprema de Justicia. Profesor emérito permanente por más de 50 años, sabía de todos los derechos. Cuando el doctor Libardo Campo era decano y faltaba un profesor se repartían el remplazo abordando el tema que fuera, en el área que tocara. Padre magnánimo y litigante distinguido hasta la muerte, ocurrida a sus 73 años, el día del terremoto en Popayán, cuando asistía a la misa de 8 am en la catedral y la bóveda del templo cayó. Venía de su casa en la Loma de Cartagena, de donde era vecino del ex gobernador Daniel Solarte Hurtado, su condiscípulo y paisano. Contaba don Daniel que le prestaba el código civil de Ortega Torres, a las 11 de la noche cuando ya había preparado su examen, y al día siguiente la nota de Zúñiga era 5.0 y la de Hurtado 4.0. Ese era Miguel Ángel Zúñiga, con dominio en todas las áreas del derecho, administrativo, civil, constitucional; convirtiéndose en el abogado más completo y distinguido que ha dado la facultad de derecho en Popayán. Prólogo Escribió su tesis de grado sobre el tema de las aguas y extrañamente, pasando el Río Patía naufrago la lancha y ahí perdió su trabajo de grado. Sabio, era consultado por juristas de todo el país que buscaban en él una luz para litigar o decidir los casos, este anciano memorable paseaba por los pasillos de la Facultad de Derecho en compañía de sus grandes amigos Jesús Hernando Segura y Álvaro Simons Pardo, y se fue dejando un legado de dedicación y grandeza (sus alumnos cariñosamente lo “llamaban biblia con patas”). Sus libros sobre contratos, derecho administrativo y pruebas, aun reposan en los anaqueles de la biblioteca universitaria. Seguidor de Kelsen, asiduo lector de Hobbes, a quien consideraba el padre de los filósofos del derecho moderno, entendía con Bobbio que el monstruo del leviatán debía ser controlado por la regla, para que ese estado se convirtiera en el protector, no de su palacio, si no de nuestros hogares, si hoy viviera, Zúñiga estaría adscrito al positivismo crítico de Luigi Ferrajoli. Creía que la democracia era aprender a vivir con el enemigo y entonces recordaba a Valencia cuando afirmaba que la democracia era vivir feliz y en armonía, pero después de tragarnos todos los días un sapo en ayunas. El libro tiene que ver con la globalización y el dialogo académico entre las cortes internacionales y las cortes de nuestro país, cuando unas se nutren unas a otras para construir un argumento justo en defensa de los derechos humanos (En adelante DDHH). Nos acompañan en esta oportunidad pensadores de diferentes países y regiones, en especial de Popayán y de la ciudad de Santiago de Cali, quienes conocieron al maestro Miguel Ángel Zúñiga y pueden dar fe de su distinguida condición humana y de su ejemplo para las nuevas generaciones.
