Reseña del libro "Oldemburgo"
Entre el latido inocente de una naturaleza animal y los enredos de las relaciones humanas, hay nudos que sólo en apariencia domina el azar. Su novela de juventud podría decir el autor; un argumento experimental, pero con la estructura narrativa ampliamente explotada en el cine con películas como Magnolia (1999, Paul T. Anderson), Amores perros, 21 Gramos o Babel (2000, 2003 y 2006, González Iñárritu). Oldemburgo, publicada diez años después de haber sido escrita, y tras múltiples revisiones, representa la tensión de cada uno de los eslabones de esta existencia grave, a veces seria, sórdida, otras veces contradictoria, pero siempre con un mismo final: un instante simbólico que parece extenderse en el tiempo, al infinito, pero que fríamente se resume en cerrar los ojos y ver la muerte pasar. A partir de un contexto de guerra, Ceballos Alarcón traza las redes de un paisaje abismal, en el que los personajes soportan, sin darse cuenta, la finitud de lo humano, porque siempre creen tener algo mejor en qué ocuparse. Finitud imprevisible para la simpleza humana, pero inevitable para ese puntual y persistente caballero llamado destino.