Ivan Toledo el Cancerbero de la Bóveda Celeste, la Señora del Lustrabotas - Arlington Guarín Riveros

Nunca haréis llegar el corazón a los corazones si no os sale del corazón” Goethe Los escritores son en su mayoría intelectuales de sólida formación académica, algunos con singular talento, no solo para enhebrar palabras, también para articular realidades, para desentrañar pasiones y hasta para imaginar universos. Pero aquellos que careciendo de tan preciosas virtudes nos animamos a escribir, tenemos que acudir es a nuestro corazón. Así pues, paragrafiando a Nietzsche “yo no escribo con tinta, sino con sangre”, en efecto, mucho he padecido con “La Señora del Lustrabotas”, me he esmerado por más de treinta años tratando de darle forma y para nada estoy satisfecho., tanto así que, de publicarla aparte no tendría un mínimo de audiencia, así que me refugie en las páginas de Iván Toledo, un maravilloso jugador de fútbol, una promesa que ha venido haciéndose realidad; sus éxitos en las canchas resultan ejemplares para otros jóvenes, de hecho, se convierten en conveniente hoja de ruta, pero más encomiable su misión en aquellos universos del espíritu como quiera que por ese camino Iván les lleva a la anhelada paz interior. Los renovados ímpetus surgidos del ejemplo de Iván me inscriben en lo que Fausto dijo a Mefistófeles: “Harto viejo soy como para andar en holgorios, pero sobrado joven para andar sin deseos”. Así que me anime también a incluir el “WWW”, ficción que surgió cuando aún no existía el internet, luego el haber enlazado las tres “W”, las de Watergate, Woodstock y Word (Noosfera), no solo fue una curiosa casualidad sino también un misterioso presagio. Tengo confianza en que los lectores disfrutarán las dos primeras partes, pero el “WWW” si puede resultar perturbador.