Reseña del libro "A la Hora de Morir"
Hay algo que nos sucede a todos en el momento en el cual nos dormimos; que en ese instante se pierde todo concepto acerca de la vida como tal, pasando a esa otra dimensión sin ser consciente de qué sucedió en el lapso de cruzar de la una a la otra. Lo mismo ocurre al pasar de vivo a muerto. ¿Y cómo medirá uno el tiempo ya dormido o muerto, con base en el tiempo en el cual uno está vivo o despierto, y con relación a ese sueño y muerte? Debe haber otra medida, porque el tiempo que conocemos como tal se anula en el sueño y la muerte. Nos dormimos y despertamos… ¿Nos morimos y renacemos? Y, de ser así, el hecho de que estemos viviendo en este planeta significa que tenemos más o menos la misma cantidad de posibilidades de repetir vida; puesto que si evolucionamos a estados superiores, las encarnaciones serían cada vez menos o los ciclos de encarnaciones deberían ser mucho más espaciados; de modo tal que haya más oportunidad para hacer cosas que aquellas que se logran en una rueda pequeña. “El nivel de ser atrae la vida” y si el nivel de ser evoluciona, en la próxima encarnación no necesita esta vida tan primitiva. Si hay una circunstancia que a usted no le gusta, teniendo ya un conocimiento y una atención dirigida, lo mismo la cambia en el sueño que en la vida diaria. Ahora tendrá que aguantárselo porque no puede “hacer”, ya que las cosas simplemente le suceden. Y en ese sentido, el sueño es como una herramienta y una maqueta de sus posibilidades. Así como “un hombre saciado jamás va a comprender a uno hambriento”, uno dormido jamás comprenderá a uno despierto. Pues según comprendo, una vez cumplida nuestra muerte, diversas partes van a diversos sitios, se diluyen; y lo fundamental es que aquello que hemos creado conscientemente es lo que vale la pena, porque el resto vuelve al polvo planetario. Nacemos en este planeta con un cuerpo terrenal y toda nuestra lucha es despertar, para darnos cuenta de que necesitamos crear un cuerpo perfecto, un cuerpo astral que nadie nos va a regalar -como nos regalaron el físico-, sino que tenemos que crearlo con base en el sufrimiento consciente… Hay que nacer a una nueva vida, pero ese nacimiento es largo. Hay quienes mueren en ese nacimiento y no alcanzan a desarrollarse ni a fructificar. “Dejad que los muertos entierren a sus muertos” es parte de esa verdad.
